Recursos didácticos, vídeos educativos y herramientas digitales se cuelan en los hogares españoles para mantener el esfuerzo en aprender, un desafío que marca notables diferencias sociales entre los hogares más pobres y que ha obligado a los centros a acelerar el «teletrabajo»
Alejandro tiene solo seis años, pero su profesora le ha mandado una serie de tareas para realizar en casa. El confinamiento para reducir la curva de infectados por el coronavirus Covid-19 iba para quince días, pero la crisis se ha extendido y la incertidumbre que rodea a los ciudadanos es máxima. ¿Hasta cuándo un estudiante puede paralizar sus clases? Un año perdido, aunque más terrible es la situación a la que se enfrentan miles de estudiantes de bachillerato que se encuentran a las puertas de su soñada universidad.
El coronavirus también está poniendo a prueba el arte de la enseñanza. La tecnología e internet, estos días, es el aliado perfecto, pero a su vez ha mostrado una profunda brecha sociales: familias más pudientes disponen de las herramientas necesarias para seguir «aprendiendo», aunque sea virtualmente. Y centros educativos venían preparados con servicios digitales, plataformas e intranets para facilitar los estudios a sus alumnos. No está siendo igual para todos. Como ese niño del principio, cuya madre, además, está ahora en primera línea de batalla del coronavirus por ser enfermera en un hospital madrileño. No tiene impresora, por ejemplo, para sacar las láminas y ejercicios para sus hijos. Y se mueve con un único ordenador que tiene que compartir, a su vez, con su hermano mayor.
Es un escenario habitual. Recurrente. Que se repite en miles de hogares españoles, y que amenaza con romper el caldero de la sabiduría. Estar al día de los estudios y aprender al mismo tiempo en una pandemia es sinónimo de imposible. De hecho, se estima que un 3,5 % de los alumnos madrileños no puede seguir las clases impartidas mediante teletrabajo «por falta de medios», admitió el lunes en una entrevista a Onda Madrid el consejero de Educación y Juventud, Enrique Ossorio, quien ha asegurado que el 93 % de los centros educativos están funcionando exclusivamente vía teletrabajo, mientras que el 7 % restante emplea «un sistema mixto», con los docentes acudiendo ocasionalmente a los centros para enviar información a los alumnos desde allí.
La mitad de los alumnos del mundo no puede asistir por la pandemia del coronavirus a la escuela o a la universidad, lo que supone 850 millones de estudiantes, una cifra que se ha doblado en cuatro días, indicó este miércoles la Unesco. En EE.UU., cuyos gobernantes están ahora poniendo en marcha medidas de confinamiento, han empezado a implementar el aprendizaje remoto en una escala sin precedentes. Profesores de todos los centros han empezado a mirar a la tecnología educativa mientras lidian con las limitaciones del acceso a internet en algunos hogares.
Herramientas gratis para aprender
Empresas tecnológicas han empezado a ayudar a su forma; abriendo sus herramientas educativas al alcance de todos. El objetivo es que nadie se quede atrás. Otros servicios gratuitos como el paquete de ofimática Drive, desarrollado por Google, es bastante útil para completar las tareas exigidas en clase. El gigante de internet cuenta con su propio ecosistema digital, Classroom, que permite a alumnos y profesores comunicarse y organizarse en las tareas diarias.
El negocio de la educación es sublime, con lo que el conocido buscador, que es uno de los principales proveedores en el mercado estadounidense, ha querido «evangelizar» el aula digital a través de una suite de herramientas dirigida a profesores para adaptar la educación a distancia. Bautizada como « Teach from home» («educar en casa», en español) se dan consejos para abordar las necesidades educativas en estos extraños tiempos.
A través de una plataforma Educamos, que está vinculada con servicios de Microsoft, los profesores envían las tareas a sus alumnos. Así, el uso de la aplicación de videconferencia Skype, las aulas colaborativas con Microsoft Teams o el uso de un cuaderno digital con OneNote se han convertido en el kit de supervivencia para miles de estudiantes. Incluso TikTok, el fenómeno mundial de los vídeos cortos, ha activado una campaña «livestream» con los creadores de la plataforma para poder reforzar su relación con la comunidad compartiendo sus talentos y habilidades con ellos durante estos estos días. Así, por ejemplo, los usuarios podrán conectarse para hablar inglés de la mano del conocido «influencer» Robbie V a través de su cuenta @LetsSpeakEnglish.
Ante el reto de que el aprendizaje no pare, muchas plataformas digitales se han volcado en los niños de todas las edades. Educlan, servicio de TVE, incluye contenidos audiovisuales para edades comprendidas entre los 3 y 10 años coordinado por el ministerio de Educación con la ayuda de editoriales educativas. La idea es seguir conectado al aula, aunque de otra forma. De igual manera, YouTube ha aglutinado vídeos didácticos diseñados para todas las edades desde un servicio de enseñanza en remoto que funciona incluso con un teléfono móvil básico.
Sin un plan de contención previo a la crisis, a muchos centros les ha pillado con el pie cambiado a la hora de abordar las clases. Profesores, por su cuenta, se buscan las mañas para seguir aportando conocimientos. Y en ese sentido, otros servicios como Firefly, de Amazon, también quiere su espacio. La herramienta cuenta con recursos para maestros, alumnos y padres para planificar lecciones, compartir contenido educativo y administrar un grupo de alumnos.
Otra propuesta que cobra mayor relevancia estos días es Smartraining, plataforma de «e-learning» que ha puesto a disposición de los colegios españoles una gran cantidad de licencias para que los centros educativos puedan formar a sus profesores en metodologías y el uso de plataformas de educación a distancia. La oferta está orientada especialmente a los centros de Educación Secundaria Obligatoria (ESO). «Ahora mismo, las escuelas se encuentran ante tres grandes problemas. Uno, no cuentan con la tecnología necesaria para impartir clases virtuales. Dos, sus programas educativos no están digitalizados y, tres, sus profesores no cuentan con la formación en habilidades necesaria para impartir educación a distancia», afirma Claudio Bravo, director de Smartraining España.
En la misma dirección apunta Linkia Talentia, que presta sus servicios a once colegios y 3.500 alumnos de formación profesional. «Para que un alumno pueda seguir sus clases on-line en directo sin problema, la escuela necesita básicamente hacer dos cosas: uno, escoger bien la herramienta tecnológica que se lo permita y, otro, formar mínimamente a sus profesores en el uso de dicha herramienta y en la metodología de aprendizaje online. Hay diversas herramientas de videoconferencia en el mercado pero no todas están diseñadas para hacer clases. Una clase implica que el profesor debe tener cierto control sobre los alumnos y por tanto el alumno no puede interrumpir hablando cuando quiera, o no puede invitar a gente externa a la clase, por poner algún ejemplo. Y el centro educativo debe tener también un control sobre lo que está ocurriendo en la clase», valora a este diario Guillermo Ricarte, director general de la empresa.
Tecnologías que miran al futuro
Aunque todavía no se han extendido, las tecnologías de realidad virtual y realidad aumentada se aprecian como otras herramientas educativas para el futuro. El aprendizaje a través de elementos visuales e interactivos contribuyen al aprendizaje, según expertos consultados. Pero, para que esto se desarrolle en condiciones, se requiere de recursos y material, algo que en estos momentos dificulta la «tele-educación».
La realidad virtual es una tecnología que, entre muchas otras cosas, permite expandir los límites del aprendizaje. «La forma en la que contamos historias, desde la utilización del fuego en las cavernas, es también la forma en la que transmitimos conocimientos y experiencias de generación en generación», sostiene en un comunicado Carlos Ocaña, responsable de proyectos en Kuantiko Studio.
FUENTE: ABC REDES